Esto es otra historia de como nació un payaso…
¿Quién dejó pasar a este niño otra vez?
Decía uno de los payasos en los camerinos. Mientras un niño, que ninguno de ellos conocía, corría de un lado al otro.
¡Ya sé quién eres!
Decía el niño, mientras el artista trataba de colocarse su maquillaje.
Era un domingo del año 1990, los payasos se preparaban para el show. Como era costumbre todos los domingos se presentaba “El show de Pepito” en la concha acústica del parque del este Rómulo Betancourt, ahora llamado el Parque Generalísimo Francisco de Miranda. Muchos artistas desfilaban por ese escenario, por nombrar algunos de los que el niño llegara a recordar, estaban, Sinfreno, Chupeta, Pimentón, Bati Bati, Firulete, Picante, Palillo, Chuletón y por supuesto, el regidor del circo Evelio “Pepito” Chacón.
Vestido con una braga, una camisa roja y tocando un pequeño teclado eléctrico subía uno de los payasos cantando
“Buenas tardes ¿cómo están ustedes? Yo soy Chupeta el payaso del rap”
El show seguía entre los Clac (falsas cachetadas), las cascadas (saltos, caídas y reacciones trucadas) y tobos con agua que iban de un lado al otro. Un tobo de agua iba hacia Pepito quien estaba de espaldas al público, él se agachaba, y el público gritaba, se cubría o se agachaban… Luego el publico reía, pues en realidad el tobo tenía papelillo, obtener esas reacciones del publico era parte del show…
Domingo a domingo el niño iba a ver el show y por supuesto, a molestar a los payasos en el camerino…
Los meses pasaban, y el niño comenzó a hacer otras cosas, conoció los scout, donde comenzó a crecer su conocimiento y gusto por los valores, el juego al aire libre y el cuidado y respeto del otro y del medio ambiente.
1997, el niño ya era un adolescente, es en ese momento de la vida en el cual los niños comienzan a sentirse adultos, pero aún quiere dependen de sus padres; es un momento en el que quieren tomar decisiones propias, pero no quieren asumir responsabilidades; pero también es una etapa clave para decidir el rumbo de la vida.
El adolescente, conoció sobre la «Brigada ecológica del parque zoológico El Pinar», este era un grupo de jóvenes, dirigido por otros jóvenes, que impartían su conocimiento sobre los animales y el cuidado del medio ambiente usando, en algunas ocasiones, el juego como una herramienta educativa.
Nuestro adolescente tomó la decisión de comenzar a trabajar con ellos, allí amplio sus conocimientos de recreación y del cuidado del medio ambiente, también empezó a aprender mucho más de los animales; sobre los cuales desde muy chico tenía curiosidad, lo aprendido en el parque era inigualable.
En su tiempo dentro del parque se incorporó en el grupo de “Los Pinarcitos” que eran recreadores que se pintaban y maquillaban como payasitos. Los juegos recreativos de los pinarcitos tenían un enfoque ecológico. Esos recuerdos de los payasos del Show de Pepito estaban allí, pero el sabía que su trabajo en los pinarcitos no era ni parecido a lo que el veía de niño.
Llegó el nuevo milenio, ya nuestro adolescente era un adulto joven. La intriga de qué será de la vida de ahora en adelante.
“Trabajar y estudiar… La cosa no está como para sólo estudiar”
Decía el ya adulto joven.
“En 5 años seré un Licenciado en Biología, trabajaré con los animales en donde ellos viven”
Era parte de su sueño.
Cuando comienzas una carrera universitaria, inicias con un ideal, en la mayoría de los casos cambia en el camino. Otra de las cosas que aprendes en una universidad pública es que lo difícil no era entrar en ella, lo difícil es salir con un titulo en la mano. Sabes cuando entras, pero no sabrás exactamente cuando vas a salir.
Mientras estudiaba su carrera animaba fiestas y eventos. Esto lo hacía, no solo por la recreación aprendida en los scout y en la brigada de El Pinar, pues desde los 13 años mataba tigritos con lo aprendido allí y empíricamente iba aprendiendo más durante su recorrido.
“¿Que pasó? ¿Te besó un payaso?”
Le decían sus compañeros de la universidad, mofándose cuando llegaba con escarcha o parte del maquillaje de algún evento que tenía antes de clases.
Con el tiempo sus compañeros no se burlaban, sólo le preguntaban si venía de trabajar.
“¡Es hora de formalizar esto! ¡Voy a hacer una empresa!”
Dijo un día este joven adulto y entre dudas e incertidumbre, pero con ese ánimo a millón comenzó los trámites. Entre las dudas, el nombre de la compañía. Vanessa, una amiga, fue quien lo acompaño ese día y fue ella quien le puso por nombre el apodo que nuestro joven adulto tenía en el liceo.
Pasaron los años y el niño del inicio de esta historia era un adulto de 26 años. Un día del año 2009, fue a visitar el parque zoológico El Pinar. Oportunamente, se consiguió con que iban a volver a forma una nueva brigada ecológica y le propusieron formar parte de los formadores de jóvenes. Aún no tenía el título universitario en la mano, pero decidió aceptar la responsabilidad y dio talleres tanto de ecología como de recreación.
Llegó el día de la graduación de la nueva brigada, un gran evento con muchas atracciones, entre ellas algunas presentaciones artísticas. Que gran sorpresa al ver que a la tarima se sube el dúo cómico “Palillo y Bati Bati”, si, dos de esos payasos tradicionales que se presentaban en el show de Pepito. Nuestro adulto volvió a ser un niño, comenzó a recordar cuando veía a esos y los demás payasos, volvió a disfrutar del show como cuando era niño. El show termina presentando a “Los hermanos Rujano” y por supuesto, nuestro adulto fue donde Palillo y Bati Bati y les contó lo que hacía hace casi dos décadas atrás.
“¿Te acuerdas de Sinfreno?”
Pregunta Bati Bati
“El es el papá de los hermanos Rujano, y está alli”
Continúa Bati Bati señalando.
Nuestro adulto ya convertido en un niño, corrió donde Sinfreno y con emoción le contaba su historia. Luego de una muy larga conversación, Sinfreno le dice
“Es hora de que dejes de ser un recreador, y te encamines en crear tu payaso”
Sinfreno, le expone que está por crear una agrupación que se encargará de velar por el bienestar de todos los payasos y artistas circenses, al igual que entrenar nuevos talentos y afianzar el conocimiento de los talentos actuales.
“Ser payaso es cosa seria, tu tienes ese payaso solo tenemos que educarlo”
Continuaba Sinfreno. En ese momento él estaba apurado, y mientras se monta en el carro le dice “dame tu teléfono, cuando comience esto te llamare”.
Inquieto pero expectante, en un época de poco conocimiento de redes sociales y sin el numero de Sinfreno, nuestro adulto esperaba con ansias esa llamada…
Dos años pasaron cuando Sinfreno llamó
“Estamos formando la Fundación de Payasos, llegó el momento de educar tu payaso”
Ni corto ni perezoso nuestro adulto fue a la primera reunión. El mago Charlie, Bati Bati, Vale y Leva, Chupeta (ahora el payaso del reguetón), Firulete, Finito, Rufita, Chepito, Alegría, Gocharito, Pepita y muchos mas estaban allí. Todos artistas consagrados y nuestro adulto.
Pasan una hoja donde piden los datos de cada uno
“Nombre y apellido, Teléfono, Correo electrónico y nombre artístico”
Lee nuestro adulto cuando la Payasa Pepita le pasa la hoja. El comienza a rellenar los datos hasta que se pregunta “¿Nombre artístico? ¿Qué debo yo colocar allí?”
Ese punto era un momento muy importante, un punto que le daría nombre a un nuevo personaje. Personaje que se llenaría de conocimientos y experiencias. Experiencias vividas en muchos encuentros en el país. País al que ha representado, adaptando su show al formato virtual con mucho amor. Amor prohibido y oculto que nació, creció y se transformó en ese grupo. Grupo que conformó la Fundación Nacional de Payasos y Artistas Circenses (FUMPACIR), para apoyar la dignificación del payaso. Payaso que se unió a otros payasos de todo el país para formar la Asociación Nacional de Payasos y Payasas de La Republica Bolivariana de Venezuela, de la cual es actualmente el secretario. Y un sinfín de relatos que ameritan su propia historia.
En ese momento nuestro adulto no sabía que en su futuro pasaría todo eso. Pero si sabia que ese nombre, al igual que el de todos sus compañeros, debía ser importante. Tras varios minutos que pasaban en cámara lenta se preguntó “¿Quién soy yo?” y recordando el apodo del liceo y nombre de la compañía dijo “Yo soy Lorito”
Por Wilmer Gelves, Lorito El Payaso